Gianni Rodari: Polifacético y fuera de serie

Gianni Rodari (1920-1980) es una de las más destacadas figuras del  mundo de  la Literatura Infantil. Tanto así,  que en 1970 recibió el Premio Hans Christian Andersen, el más destacado reconocimiento internacional otorgado a  autores de este género en esa época.

Es interesante saber que años antes de empezar su labor como escritor fue maestro de niños. Y lo fue en una época en que sobrevaloraban la importancia de la alfabetización y los asuntos académicos en general.  Por tanto, se esperaba que los niños se mantuviesen inmóviles, concentrados  por largos periodos de tiempo y  realizando actividades  que les resultaban tediosas.

Rodari  tuvo la osadía de cuestionar la validez de esas ideas y en su práctica mantuvo al niño como centro de su trabajo.  Tuvo siempre  en cuenta su necesidad de fantasía, de movimiento y de espacios para jugar. Usó como recursos didácticos  retahílas e historias llenas de un envidiable sentido del humor y sinsentidos que fueron el deleite de sus pequeños alumnos.

Durante los años en que ejerció como  maestro cursó la carrera de periodismo. Una de las asignaciones que tuvo dentro de esta área fue escribir una página dominical para niños. Así empezó a poner por escrito aquellas  retahílas e historias que había inventado. Se mantuvo siempre  en comunicación con los niños, quienes le hacían solicitudes y  le daban sus opiniones.  Fue de este modo que empezó  a desarrollar su vocación de escritor  para niños.

Sus primeras publicaciones fueron  El libro de las retahílas y Las aventuras de Cipollino. En ambas imprimió el ingenio y la creatividad que caracterizan a toda su extensa producción. (Para ver la lista completa de las obras de Gianni Rodari  visita: https://www.todostuslibros.com/autor/gianni-rodari).

Como ejemplo de su estilo, veamos esta estrofa de su cuento “El automóvil, el violín y el tranvía de carreras Patrono y contable”, contenido en “Cuentos escritos a maquina”:

“El contable Giovanni es un hombrecito enjuto, de pelo blanco. Lo tenía ya blanco de pequeño, tan blanco que sus compañeros lo apodaron Blancanieves.  En la empresa hace de todo. Abrillanta los accesorios para sacacorchos, sirve de mesa a su principal cuando da una vuelta por la fabrica y tiene que tomar notas (las toma sobre la espalda del contable Giovanni) y se ocupa de la música de fondo. El comendador Mambretti no quiere ser menos que los personajes de las telenovelas, que no hablan si no hay música de fondo; incluso cuando huyen por la noche, tienen siempre detrás una orquesta entera ( a lo mejor está en un camión) que les toca tremendas sinfonías. En el despacho hay un biombo. Cuando llega un cliente a tratar un negocio el contable Giovanni se pone detrás del biombo con su violín”.

Distinguió dos tipos de niños: “el niño que aprende” y “el niño que juega”. Su obra está dirigida a estos últimos.  Considera que como escritor “sustancialmente construye objetos para el juego; es decir, juguetes; hechos de palabras, de imágenes, también de madera y plástico, pero son juguetes. Tienen la eternidad de la pelota y de la muñeca”. (El subrayado es mío).

Sin embargo, no permaneció ajeno a las situaciones y problemas sociales de la época en que le tocó vivir: desigualdades, injusticias  y problemas políticos. Tenía la certeza  de que los niños tienen la capacidad para entender estas circunstancias  y buscó la forma de transmitírselas de una manera positiva, incentivado a la vez una serie de valores relevantes en ese contexto.

En su cuento “El príncipe leñador” de la colección “Veinte historias más una” nos habla de un príncipe que decide convertirse en leñador, avergonzado por los abusos, la crueldad y  las  injusticias que su padre el rey en contra de los leñadores de su reino. El rey llora la ausencia de su hijo y emprende su búsqueda. El hijo, luego de muchas peripecias, sin darse a conocer, promete al rey darle noticias sobre su hijo, con la condición de que  mejorara la situación de los leñadores. Al final,  el rey cede y se reencuentra con su hijo y acepta considerar como hijos a  los leñadores. Sobre el día del reencuentro de padre e hijo, la estrofa final de la historia dice:

En fin, fue una gran día; uno de aquellos días que, por desgracia, solamente suceden en el mundo de los cuentos. De hecho, en el mundo de las cosas reales y de las personas verdaderas, yo nunca he oído que los reyes y los príncipes se hagan amigos de los leñadores”.

 Gianni Rodari fue un intelectual y escritor fuera de serie que creó una tendencia nueva que, aunque en su época fue  criticada y malentendida por algunos, hoy en día es reconocida y valorada ampliamente. Sus libros, su gran legado, siguen reimprimiéndose y difundiéndose. Pero sobre todo, siguen divirtiendo y promoviendo en los chicos el  pensamiento crítico, la apertura a los cambios y la búsqueda de soluciones no convencionales a los problemas que afectan el bien común.