La magia de los abuelos y los cuentos

Los abuelos somos muy especiales para la gran mayoría de los  niños. Alex Haley, autor norteamericano, dice al respecto: “Nadie puede hacer por los niños pequeños lo que hacen los abuelos. Los abuelos asperjan polvo de estrellas sobre la vida de ellos”.

Parte del encanto  que tenemos los abuelos son las historias que contamos. Todos podemos  recordar que nuestros abuelos eran conocedores de leyendas, anécdotas y  cuentos  que nos transmitían con deleite. Cerca de ellos, muchos tuvimos  la fortuna de conocer los momentos especiales y travesuras de su infancia y detalles importantes sobre nuestra historia familiar. También aprendimos sobre las celebraciones, juegos, canciones, modo de vestir y costumbres de épocas anteriores a nuestro nacimiento.

Ese compartir  entre abuelos y nietos ayuda a formar una especie de tejido que conecta las diferentes generaciones. Así el niño sabe de dónde viene, desarrolla un sentido de pertenencia y  acumula recuerdos de los abuelos que los acompañarán toda su vida. Soledad Puértolas, escritora española, lo expresa así: el recuerdo de los primeros cuentos escuchados son “el germen de algo que  está destinado a permanecer, a volver a ser contado, a ser inmortal”.

También sabemos  que los momentos e historias  compartidas con los abuelos, crean fuertes vínculos afectivos que contribuyen a la felicidad personal de ambos. Desde el punto de vista psicológico, son un fuerte apoyo para el desarrollo de una personalidad sana y equilibrada en los niños.  Así de importantes somos los abuelos.

Además de narrar historias orales, Los abuelos también leemos  cuentos con mucho agrado y paciencia . Y leer en voz alta a los niños tiene  ventajas de las que muchas veces no somos conscientes.  Según expresa el lingüista y psicoanalista colombiano Evelio Cabrejo, todos los niños nacen con la facultad del lenguaje y la desarrollarán de manera natural, aunque es mucho lo que los padres y los abuelos podemos hacer para potenciar ese desarrollo. 

Una de esas estrategias es leerles en voz alta desde que son bebés. A través de la voz de sus padres y abuelos, que para ellos es la música más agradable, los niños construyen significados. Solo hablarles  no  basta, nos dice, ya que la mayoría de lo que les decimos en el día a día son ordenes y prohibiciones: “Cómete toda tu comida! ¡No pongas la mano ahí!. Al leerles los exponemos a una mayor riqueza de palabras y las  modulaciones y entonaciones de la lectura impulsará notablemente su proceso de aprender  la lengua.

Los niños de padres y abuelos que leen entran en la escuela con  una especie de “saber preescolar” que facilitará su posterior aprendizaje de la lectura y la escritura. Maryanne Wolf, eminente investigadora del lenguaje lo expresa bellamente en esta cita:

“Imagínense la siguiente escena. Un niño pequeño está sentado, embelesado, en el regazo de un adulto querido, escuchando palabras que se mueven como el agua, palabras que hablan de hadas, dragones y gigantes de lugares lejanos e imaginativos. El cerebro del niño pequeño se prepara para leer bastante antes de lo que uno jamás sospecharía, y utiliza para ello casi toda la materia prima de la primera infancia, cada imagen, cada concepto y cada palabra. Y lo hace aprendiendo a utilizar todas las estructuras importantes que constituirán el sistema de lectura universal del cerebro. A lo largo del proceso, el niño incorpora al lenguaje escrito muchos de los descubrimientos realizados por nuestra especie … durante más de 2.000 años de historia. Y todo empieza en la comodidad del regazo de un ser querido”.

¡Qué simple, pero que maravilloso es el hecho de sentarnos a leer a nuestro chicos!  No desperdiciemos las ocasiones que tengamos para hacerlo!