Soy una abuelita que de pequeña jugaba a las escondidas, al béisbol, montaba bicicletas y patines, paseaba mis muñecas, hacía bizcochos de tierra y me encantaba treparme a los árboles. Gracias al ejemplo de mis padres y mis abuelos, también disfrutaba mucho de la lectura, la cual estimuló en mi la fantasía y la imaginación. También me gustaba inventar historias, algunas de ellas muy disparatadas.

Quizás por imitar a mi mamá y uno de mis abuelos, quienes eran escritores, mi sueño era ser una escritora como ellos.

Cuando crecí estudié la carrera de Educación en la Universidad Pedro Henríquez Ureña. Por mucho tiempo fui profesora del nivel primario, ya que siempre me han gustado los niños y me enternece su candor, su espontaneidad, su curiosidad y deseos de aprender.

Pasé muchos años dedicada a formar y cuidar mi familia, pero no por eso dejé de estudiar y actualizarme. Cuando aparecieron las computadoras hice una maestría en “Tecnología Computacional para la Educación” en la Universidad Católica Madre y Maestra.

Mis hijos crecieron y llegaron los nietos. Decidí que había llegado el momento de cumplir mi sueño de escribir. Para prepararme para eso tomé varios talleres virtuales en el departamento de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Escritores, ubicada en España. A partir de entonces empecé a dedicar muchas horas a escribir y re-escribir, pero también a leer a muchos otros autores para aprender de ellos. Descubrí que escribir es divertido y que además me hace más feliz.

Además, la escritura es una manera de mantener contacto con la niña que todavía vive en mi interior y con los niños en general. En cada una de mis historias hay recuerdos y vivencias de mi infancia y además trato de transmitir mensajes positivos.

Creo que una de las principales misiones de las abuelas hoy día, es mantener viva la tradición de los cuentos y estimular la fantasía y la creatividad en nuestros nietos, ya que será una manera de que tengan una infancia más plena y feliz.